domingo, 21 de abril de 2013

1944

El paro del ferrocarril de septiembre fue reprimida duramente por las fuerzas de ocupación alemanas. Tropas estadounidenses y unidades imperiales ya habían pisado el territorio holandés y se encontraban en el sur de Holanda con gran parte de Limburgo, Brabante Septentrional y Zelanda en las manos. El 22 de febrero, la ciudad de Nijmegen fue arrasada por un bombardeo de la aviación estadounidense. Unas 800 personas quedaron muertas. El mismo día la ciudad de Enschede también fue bombardeada por los estadounidenses. El 11 de abril, el registro central de la población en La Haya fue bombardeado por aviones británicos. Con este bombardeo de precisión, ya no era posible verificar los documentos de identidad. El 17 de septiembre, 10.000 paracaidistas británicos y polacos aterrizaron en los alrededores de Arnhem. Su objetivo era ocupar los puentes del Rin con el fin de adquirir una cabeza de puente en la orilla derecha del Rhin. El general británico Bernardo Montgomery, que había ideado el operativo, quería acelerar el avance hacia Berlín de las tropas aliadas. Pero los paracaidistas estaban completamente sorprendidos por la presencia de algunas divisiones SS veteranas, y en dos semanas fueron completamente derrotados. La ciudad de Arnhem fue golpeada muy gravemente. Según algunos, hubo alevosía en el juego. El alto mando militar estadounidense no habría visto con bueno ojo que los ingleses fueran los primeros en alcanzar la capital alemana. De acuerdo con este punto de vista se explican las sospechas de traición por el príncipe Bernardo von Lippe Biesterfeld (1911-2004) 
yerno de la reina Guillermina y marido de su hija Juliana.

La autoridad alemana de los Países Bajos era cada día más precaria. En la noche del 30 de septiembre, un fallido atentado sobre Rauter tuvo lugar cerca del pueblo de Putten. Dos oficiales alemanes fueron asesinados. En represalia 661 niños y hombres de Putten fueron deportados y encarcelados en campos de concentración en Alemania. Muchos de ellos nunca regresaron. En el resto del país cualquier acto reales o aparente de resistencia fue castigado despiadadamente.

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